Historia del tributo de las «Siete doncellas»[editar]
En el año 783, Mauregato (hijo bastardo de Alfonso I de Asturias) toma el trono asturiano con la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas por su colaboración. En el año 788, los Condes Don Arias y Don Oveco, se rebelaron contra el Rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros el tributo de las cien doncellas. El reyBermudo I, su sucesor, quiere acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en dinero. A Bermudo le sucede Alfonso II, el Casto(791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lutos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.
Posteriormente Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I, se atreve a pedir de nuevo el tributo de las cien doncellas. Este hallándose en una situación de debilidad, y tras reunir a sus consejeros accede de nuevo al pago del tributo. Con el tributo vigente de nuevo, se da el hecho/leyenda de que, los de Simancas entregan las siete doncellas que les corresponden, con las manos cortadas. Se dice que las jóvenes, en un acto de gran valentía, decidieron cortarse las manos para evitar que se las entregara, algo que, según la leyenda, consiguieron. Como consecuencia de este hecho los cristianos salen a pelear con los moros, dándose la batalla de Clavijo. El ejército moro es vencido, y desaparece el tributo de las cien doncellas, instaurándose como agradecimiento el voto de Santiago.
El día 6 de agosto, se celebra la fiesta patronal del salvador, en la que rememora la historia de las doncellas de Simancas.
Cuarenta y una personas representan a mediados de julio, cada año desde la instauración de esta cita, en 1994, la Jura del Rey Ramiro II de León, que conmemora el hecho histórico de la batalla de Simancas, en la que las tropas cristianas derrotaron a las de Abderramán III, y el posterior juramento del monarca, que prometió a su pueblo no volver a utilizar a las jóvenes de Simancas como moneda de cambio ante las exigencias de los moros, una vez que ellas decidieron cortarse las manos para evitar ser entregadas.
La Jura es el cierre del ciclo de la leyenda de aquellas valientes doncellas, siete jóvenes que en este acto abandonan el papel que asumieron un año atrás para dejar paso, el 6 de agosto, a las siguientes doncellas, otras siete chicas que se vestirán los trajes medievales con los colores del arco iris en el «Requerimiento» —el alcalde de la Villa requiere a cada joven en su casa, en un acto tradicional que saca al pueblo a las calles— posibilitando así que el ciclo vuelva a comenzar.
Simancas revive de esta manera, año tras año, «una hermosa tradición cuya base es la leyenda astur-leonesa, con un fondo histórico, pero que el pueblo adorna a su manera», según Teresa Salvador, directora de la Asociación El Zancón, organizadora de las celebraciones y autora de la transcripción del resumen del manuscrito de Manuel Bachiller del siglo XVIII [1], que recoge el romance de las siete mancas, rehecho en 1982 a instancias del folklorista Joaquín Díaz.
Mientras el Requerimiento de las siete doncellas, que representa la elección y encierro de las jóvenes por parte del Rey a petición de Abderramán III, se celebra desde 1988, según un proyecto presentado al Ayuntamiento aquel año por la propia Teresa Salvador, la Jura, que supone el fin de la historia, una vez que tras su encierro las cautivas deciden cortarse las manos para evitar que los moros se las lleven, sólo tiene doce años de historia.
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